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De la pornografía se puede salir

El periodista Jorge Gutiérrez Berlinches aborda en “La trampa del sexo digital. Guía definitiva para prevenir y superar la adicción a la pornografía” (Ed. Amuzara, 2021, 174 págs.) uno de los grandes temas de hoy y del que todavía hablamos y conocemos poco: la pornografía. Y sabe de qué habla pues ha sido uno de los promotores de la pionera ONG Dale Una Vuelta, una de las más relevantes iniciativas sociales en España para ayudar a adictos al porno y proporcionar información sobre este fenómeno. 
Su web www.daleunavuelta.org sigue siendo una página de referencia en esta materia absolutamente recomendable para quien quiera profundizar en ella o solicitar ayuda.

El libro es de fácil lectura (se nota la pluma del periodista), sin merma de la calidad de la información científica que maneja; y los abundantes testimonios de personas concretas que se asoman a sus páginas (procedentes de la red de Dale Una Vuelta en su mayoría) hacen esta obra muy cercana a la experiencia cotidiana de cualquiera. Lo que más me ha gustado del libro es su mensaje positivo: de la pornografía se puede salir, aunque puede costar tiempo y esfuerzo y normalmente hacerlo solo es más difícil. La experiencia del autor con la citada ONG acredita este enfoque positivo.

En el capítulo primero, titulado Así está el patio, nos presenta el autor el panorama de la presencia de la pornografía en nuestro mundo con cifras de las toneladas de porno en la red y de los porcentajes de chicos y adultos enganchados a esta droga moderna que, como se dice en el prólogo escrito por una psicóloga clínica y psicoterapeuta experta en adicciones sexuales, “es la droga más perfecta: se puede consumir no solo sin límite y de forma totalmente gratuita sino también de manera totalmente secreta (…) y el secreto no protege, el secreto expone a la soledad, a la desesperanza, a la huida, al mutismo, a la pérdida de control”. Y nos presenta el autor a las víctimas: el hombre que consume y la mujer que paga las consecuencias pues la pornografía banaliza la violencia y el abuso en las prácticas sexuales y dificulta el sexo normal y el cariño en las relaciones de pareja; y los niños y jóvenes que se educan en sexualidad viendo porno en sus móviles desde edades cada vez más tempranas.

El capítulo segundo (págs. 49 a 71) explica cómo entra y se desarrolla esta adicción: entra en la vida sin hacer ruido, la pendiente es suave pero siempre resbaladiza, como toda adicción de comportamiento es más fácil de ocultar que la de sustancias, el nivel de satisfacción se va elevando y pide más cada vez, la reincidencia forma parte de la naturaleza de la propia adicción, que ”es maestra de la mentira, de la huida hacia adelante, del retraso de decisiones inmediatas y del miedo al cambio”. El capítulo 3  (págs. 71 a 94) lleva el significativo título de Un catálogo de vidas rotas y concluye exponiendo que del laberinto de la pornografía se puede salir y para ello “una solución siempre eficaz es hablar” y no equivocarse sobre el papel de la voluntad: “querer no es poder, aunque querer es imprescindible”; y va detallando según su experiencia práctica el tipo de ayudas y recursos que suelen funcionar para reforzar esa voluntad que no basta sola para salir de la adicción.

Los capítulos 4 y 5 son de interés general pues explican cómo educar a los jóvenes en materia de sexualidad y cómo prevenir o afrontar el consumo de pornografía por nuestros hijos. Estos capítulos están llenos de consejos y vivencias prácticas. Por ejemplo, en las págs. 108 y siguientes, bajo el título “mi hijo ve porno: tierra trágame”, el autor ofrece consejos muy realistas para afrontar esa situación como una ocasión para educar a nuestro hijo y ayudarle.

Gutiérrez Berlinches deja claras a lo largo del libro algunas convicciones que comparto: no existe en esta materia el consumo responsable, no hay porno bueno o educativo, no se puede estar al mismo tiempo a favor de la pornografía y del sexo, hay un claro nexo entre pornografía y prostitución y trata y explotación de mujeres, el porno no es nunca inocente. Y concluye el libro con esta frase que merece la pena recordar: “hay un placer mayor que el porno: salir de él y apostar por una sexualidad sana, por el amor”.

Complementan el libro 10 páginas de guías a modo de resumen sobre consejos para salir del porno, criterios para saber si tengo una conducta sexual compulsiva, señales para estar atentos con nuestros hijos y una lista de sitios web imprescindibles.